Aunque estés en casa, tu profesionalismo debe destacar más que nunca.
Las videoentrevistas de trabajo han llegado para quedarse. Cada vez más empresas utilizan este formato porque les permite ahorrar tiempo, optimizar procesos de selección y evaluar habilidades digitales básicas. Para ti, como candidato, esto también puede ser una ventaja... siempre y cuando sepas jugar bien tus cartas.
Una entrevista virtual puede parecer más sencilla, pero en realidad añade nuevas variables a controlar: iluminación, conexión, fondo, cámara, micrófono, postura, entre otras. No basta con “estar presente”; debes prepararte con el mismo nivel de compromiso que si fueras a una entrevista presencial, o incluso más.
Además, en una videoentrevista se evalúa tu capacidad de adaptación a entornos tecnológicos. Si aspiras a un puesto moderno o digitalizado, demostrar soltura con estas herramientas ya es un punto a tu favor. Así que no subestimes el medio: lo que dices es importante, pero cómo lo transmites en pantalla también lo es.
La tecnología es tu aliada, pero también puede ser tu enemiga si no la controlas.
Antes de tu videoentrevista, asegúrate de revisar y probar cada aspecto técnico. Esto incluye tu dispositivo (ordenador o móvil), conexión a internet, cámara, micrófono y la plataforma que usarás (Zoom, Google Meet, Skype, etc.). Una interrupción técnica puede cortar el ritmo y dar una imagen poco profesional.
Verifica que tu cámara tenga buena calidad y esté bien posicionada. Idealmente debe quedar a la altura de tus ojos para simular el contacto visual. También prueba el micrófono para garantizar que tu voz se escuche con claridad y sin ruidos de fondo.
Respecto al entorno, elige un espacio silencioso, ordenado y bien iluminado. Evita fondos recargados o muy personales (como posters, fotos de fiestas o una cama desordenada). Si puedes usar una pared blanca o un fondo neutro, mejor. La iluminación natural es ideal, pero si no es suficiente, coloca una lámpara frente a ti para evitar sombras.
Tu forma de hablar, vestir y moverte comunica tanto como tus respuestas.
Vestirte adecuadamente es una de las reglas básicas, aunque estés en casa. Usa ropa formal o semiformal, dependiendo del puesto al que aspiras. Y sí, aunque solo se te vea de cintura para arriba, vístete completamente: nunca sabes si tendrás que levantarte durante la llamada.
Ensaya tu lenguaje verbal y no verbal. Habla con claridad, mantén un ritmo fluido y cuida la vocalización. No te apresures ni te pongas demasiado rígido. Una buena técnica es practicar frente a un espejo o grabarte respondiendo posibles preguntas para corregir errores.
Además, mantén una postura erguida y una expresión facial amable. No mires la pantalla, sino la cámara, así generarás la sensación de contacto visual. Evita gesticular demasiado o tocarte la cara constantemente, ya que puede distraer o denotar nerviosismo.
No todas las videoentrevistas son iguales: adapta tu estrategia a cada formato.
Hay dos formatos principales de videoentrevista: en directo y en diferido. Cada uno presenta desafíos y oportunidades diferentes.
En la entrevista en directo, tendrás una conversación en tiempo real con el reclutador. Es lo más parecido a una entrevista presencial, por lo que debes tener todo listo antes de la hora programada. Ensaya posibles preguntas, ten a la mano tu currículum y anota datos relevantes sobre la empresa. La puntualidad y el control del entorno aquí son cruciales.
En la entrevista en diferido, recibirás preguntas grabadas y tendrás que responderlas tú solo, también en video. Aquí tienes la ventaja de grabar varias tomas si algo no sale bien, así que aprovéchalo para perfeccionar tus respuestas. Este formato exige más preparación previa y buena capacidad de síntesis, ya que cada respuesta suele tener un tiempo límite.
Por último, el videocurrículum se está volviendo popular como una forma original de presentarte. Aunque no reemplaza una entrevista, puede ser una herramienta poderosa si sabes aprovecharla: muestra tu personalidad, habilidades y motivación de manera breve, creativa y profesional.
Pequeños detalles pueden marcar una gran diferencia. Evita los tropiezos más comunes.
Uno de los errores más frecuentes es asumir que por estar en casa puedes relajarte demasiado. Hablar desde la cama, usar auriculares con mala calidad, tener una mala iluminación o incluso tener a tu mascota saltando detrás de ti pueden restarte puntos.
Otro error es memorizar las respuestas. Si bien es importante practicar, sonar demasiado robótico puede jugar en tu contra. Lo ideal es encontrar un equilibrio: saber lo que quieres decir, pero expresarlo con naturalidad.
Finalmente, no olvides mostrar interés. Agradece la oportunidad, pregunta por los siguientes pasos del proceso y despídete con cortesía. Estos gestos simples muestran educación y compromiso, cualidades muy valoradas por cualquier empresa.
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